Diario de Gor 01: Contexto.
Recuerdo que tenía 15 años cuando empecé a interesarme por ir al gym. Por aquel entonces no tenía ni idea del tema, solo había aprendido a dar vueltas al campo de fútbol en clase de "educación" física. De entre los primeros días que pisé el gym hay uno que me creó un recuerdo imborrable. Estaba haciendo bici con un colega cuando de pronto vemos a 3 tíos de pie, delante de la máquina de press militar. Alguno hasta se había llevado una mancuerna al encuentro. Los 3 estaban hipetrofiando hombro hasta el fallo y luego pegándose en el hombro para comprobar lo duro que lo tenían. De ahí me quedé con la imagen de que el gimnasio era para gente con músculo y poco cerebro. Qué decepción. Poco tiempo después dejé de ir.
Por suerte, un año antes ya había empezado a ir a Dojo Shizen, una escuela donde aprendí Nanbudo de la mano de Sergio y forjé mi carácter de cara la adolescencia. Fueron 9 años increíbles donde aprendí muchísimo sobre mi propio cuerpo y mente. Los recuerdo con mucho cariño. Por aquel entonces no lo sabía, pero cada vez que entrábamos y salíamos del tatami nos dedicábamos unos segundos a ponernos de rodillas con los ojos cerrados y eso fue el principio de lo que más tarde conocería como "meditación". La recibí de una forma tan natural, que, con el tiempo, no me costó nada integrarla a mi día a día.
Iba alternando y probando deportes: tenis los findes, balonmano 2 veces por semana, Nanbudo 3 días a la semana y hasta tuve mi época de bailar funky 2 veces a la semana también.
Con el tiempo empecé a entrenar con mi tío, me llevaba a un pabellón olímpico del pueblo donde teníamos un pequeño gimnasio con antiguas máquinas, suficiente para trabajar todo el cuerpo. Ahí me introduje en el mundo combinado de pesas y cardio. Solíamos salir a correr hasta la Alegría, una ermita situada a 2,5 km de la zona, sin contar la tremenda subida que eso era un reto que les dejaba a otros. Ahí, entre esos días de entro agotadores fue cuando tuve mi primera "pájara", "blancazo" como queráis llamarlo. De pronto me quedé sentado en unas escaleras sin poder apenas moverme ni hablar, solo centrado en respirar. Me había pasado de rosca y había que regular la intensidad. Ahí comprendí que no siempre consiste en apretar más y más hasta que el cuerpo pete. Que había que aprender a escucharlo.
Un tiempo más tarde se instauró un nuevo gimnasio en el pueblo. Fui de los primeros en entrar. Quería probar cómo era todo eso nuevo. Un ambiente muy sano, con personas que aparte de entrenar se las veía con cabeza, amables, con ganas de mejorar su salud. Y un gran monitor de gimnasio que destacaba entre otros, Alberto. Su personalidad ayudaba a la integración y motivación de todos los presentes haciéndonos ganar adherencia al entreno.
Un año después, ya en 2017 apareció por redes sociales Fuertafit. Veía que todo lo que aportaba lo hacía basándose en la ciencia. Su forma tan agradable de divulgar conocimientos me hizo confiar en él y fue una de las mejores decisiones que he tomado. Ahí aprendí la base de la base del entrenamiento y nutrición. Como fui parte de la primera generación tuve opción a estar en directos privados donde nos respondía dudas que luego le servían a él para subir a su plataforma y generar contenido dentro de Fuertafit, de tal forma que cuando entrasen las siguientes generaciones ya habría un camino creado con todas las dudas resueltas. En los primeros 3 meses se empezaron a notar los primeros cambios pero fue a los 6 meses cuando la cosa se disparó de verdad. Me di cuenta de que había estado haciendo demasiado cardio y apenas nada de pesas. En Fuertafit aprendí la importancia del entrenamiento de fuerza y se notó muchísimo en cómo mejoró mi forma física en apenas 6 meses. Por supuesto eso es algo que me llevé de aprendizaje para siempre y desde entonces he ido entrenando con más o menos asiduidad siguiendo las bases aprendidas.
Pasé de apenas hacerme 1 dominada bien hecha a 14 dominadas tras 9 meses de entreno. Eso significaba un aumento de fuerza y pérdida de grasa. Para mí ese ejercicio era muy determinante a la hora de ver qué relación músculo/grasa tenía en mi cuerpo.
Todo iba relativamente bien hasta que me un día me puse malísimo de la tripa y empecé a devolver durante todo el día. Tal fue el esfuerzo que al cabo de unos meses me detectaron una hernia inguinal. Entre ingle y barriga. Decidí parar, esperar a la operación y recuperarme. Con el tiempo veía que no recuperaba. Algo pasaba. Se había ido gestando durante muchos años. Era un dolor que solía tener tras algunas clases de body combat o tras los sábados que me iba a la montaña. Se trataba de un dolor de ingle distinto al de la hernia. La cosa se volvió más oscura cuando descubrí que lo que tenía era artrosis. Un desgaste severo de cartílago. Para aquel entonces ya había engordado 15 kg debido al tremendo parón de varios meses sin hacer nada y comiendo lo mismo. Se me había disparado el ácido úrico, el colesterol y otros tantos factores.
Hace cosa de unos 4 meses decidí empezar de nuevo con la alimentación, no podía abandonarme preso una actitud depresiva y victimista durante tantos días. De la mano de Ariadna aprendí todo lo necesario para contemplar una alimentación basada en plantas. Igual que en su día fui aprendiendo con Fuertafit a comer de forma saludable desplazando poco a poco los ultraprocesados por otros alimentos más saciantes y nutritivos, con Ari fui integrando alimentos vegetales desplazando los que provenían de animales. Estos procesos llevan tiempo, son hábitos arraigados durante 20, 30, 40 años o los que sean. Ya solo el primer mes noté cambios en mi sangre. Los niveles de colesterol y ácido úrico, entre otros habían vuelto a valores dentro de la media. Dentro de un par de semanas tengo de nuevo analítica para ver la evolución y que no haya sido casualidad. Más allá de las ideas y la ciencia, que también, este blog se basa en mi evolución personal. Cada uno sigue su camino conforme lo que sienta que le vaya mejor a su vida en ese momento con las herramientas de las que disponga.
Y aquí, bajo este contexto, es donde me gustaría relatar lo que aprendí de las pautas fitnes. Los conocimientos que he ido reuniendo. Pero antes de lanzarme, sentía que debía contar mi historia y dejar claro que esto solo era mi camino. Un diario sin más; que no debe compararse con otros ni ser tomado como ejemplo a seguir. Ni lo que a mí me funciona tiene por qué funcionarte a ti. Aunque, por todo lo aprendido, siento que podría aportar a otros. Pero ese no es mi cometido, no soy divulgador del deporte, solo cuento una historia.
Chikarada, yukida, shinenda.
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